El muralismo mexicano es considerado un movimiento social y político de resistencia e identidad, con imágenes a través de la diversidad de sus componentes estilísticos que retratan temas nacionalistas como la revolución, la lucha de las clases y los habitantes de pueblos originarios.
Los murales son vestigios de esas deudas históricas que aún tenemos por enfrentar: la desigualdad, la injusticia y el respeto pleno a los derechos humanos. Demuestran que nunca hemos dejado de trabajar por construir el país que soñamos. Entre sus principales exponentes destacan, entre otros, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y el gran José Clemente Orozco
José Clemente Orozco, que dejó en el Museo Cabañas de la ciudad de Guadalajara una de sus obras más trascendentes.
El edificio sede del Museo Cabañas, declarado Patrimonio de la Humanidad por la parte de la UNESCO en 1997, es uno de los complejos más emblemáticos del movimiento artístico muralista. Es un orgullo para todas y todos los jaliscienses y en estas actividades tendrá un papel preponderante.
En 1937, por invitación del Gobierno del Estado de Jalisco, el artista José Clemente Orozco comenzó a pintar el interior de la Capilla Mayor. Los 57 vibrantes frescos fueron realizados por el artista entre 1937 y 1939, y tienen como figura central en la cúpula abovedada a «El hombre de fuego», hoy considerada por los críticos la obra maestra del muralista jalisciense.
La importancia de la educación, la democracia, el discurso antibélico y la búsqueda por el respeto los derechos humanos se convirtieron en estandartes del movimiento. El cual integra arte y funcionalismo en los espacios donde se plasma.

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